Portada - Voces Sin Censura - Alejandra Quinteros

Malvinas, Democracia y Educación en San Luis

En 1983 cuando se producen las elecciones presidenciales en Argentina, tenía 18 años. ¡Qué alegría votar por primera vez! Los discursos de Raúl Alfonsín habían cautivado a la juventud. Me emocionaba escucharlo hablar sobre la democracia, entre otras cosas, sobre la política partidaria y sobre la Patria.

Luego de que Raúl Alfonsín ganara las elecciones, hacia 1984 se había publicado el libro NUNCA MÁS, lo leíamos para entender de qué se trataba todo el debate que se estaba dando en la sociedad sobre las desapariciones, torturas y asesinatos que provocaron los militares. Luego en 1985 se produjo el juicio a las Juntas Militares, ahí comenzó a visibilizarse el plan de exterminio y desaparición de personas; juicio que continúa hasta hoy.

Sobre la causa Malvinas nada. Estaban en el proceso de ocultamiento sobre toda la información para la sociedad respecto de esa injusta guerra.

Era agosto de 1987 cuando ingresé a la Escuela Normal Juan Pascual Pringles (conocida como La Mixta), de la Universidad Nacional de San Luis, como preceptora, tenía 22 años. Hice carrera docente en esta Escuela que me albergó también en mi niñez

Cuando ingresé, en la Escuela se desarrollaban intensos debates sobre la democratización para la participación de todos los estamentos educativos en un Consejo de Escuela. Un Consejo de Escuela que había sido creado entre los años 1884 y 1986 luego de fervorosas discusiones sobre su conformación.

La educación en tiempos de dictadura tenía un formato de disciplinamiento que se observaba en el cumplimiento estricto del uniforme, el cabello corto para los varones y para las mujeres recogido, los bancos atornillados al piso organizados en perfectas filas al estilo militar, los colores verdes en todas las cortinas y elementos que se utilizaban para los actos, la bibliografía cuidadosamente seleccionada por los docentes sin que nada se pudiera discutir.

Hacia los ’90 la sociedad seguía convulsionada con los cambios que estaba trayendo la democracia, recuerdo la sorpresa de ver cómo cambiaban los bancos en la Escuela, pasaron de pupitres a bancos hexagonales que se podían ubicar como quisieran y agrupar a los chicos y chicas en las aulas. ¡Qué sorpresa me daba ver las aulas con sus alumnos en grupos!! ¡Qué impacto en la educación, la democratización del saber!

Recuerdo que las profesoras de geografía comenzaron a hablar en la Escuela sobre Malvinas y sobre un grupo de jóvenes que habían estado allí y que se habían agrupado para dar a conocer sus testimonios. Eran finales de los 90. Más tarde la Escuela colocó una placa con un dibujo que realizó el profesor Daniel Orellano, en la galería de la Planta Alta (que da a la calle Mitre) y le colocó el nombre de “Galería de los Caídos en Malvinas”

Ya no había censura.

Las profesoras comenzaron a trabajar con la idea de convocar cada abril a los ex combatientes puntanos para que relataran sus dolorosas experiencias en esas tierras argentinas y así se hizo -y se hace- hasta hoy.

Recordamos los 40 años de una  trágica guerra en tiempos de dictadura y continúan surgiendo las verdades que se ocultaron durante tanto tiempo, la  Escuela tiene una misión especial en ello: develar lo que se esconde

El 1 de abril del 2022 un grupo de ex combatientes realizará una vigilia, la PROMO 82 de la Escuela Normal Juan Pascual Pringles (promoción de la que fui parte) ha sido invitada. Con el compromiso que nos atraviesa por haber sido alumnos y alumnas en aquella época, participaremos de esa vigilia pero también realizaremos una caminata al Cerro de la Cruz de Juana Koslay con los alumnos de cuarto año: ese será el legado.

La Escuela cada año volverá y vuelve al pasado.

Como dice Alfredo ESPECHE

A ti hermano soldado,
otro héroe olvidado,
tú, que en tierras lejanas,
temblando de frío y soledad,
defendías nuestra patria.

Una trinchera fue tu casa,
con las manos congeladas.,
y el alma vestida de verde,
con un arma
como un crucifijo,
mientras el pueblo,
casi indiferente hacía lo suyo,
viendo todo por la tele
.

Alejandra QuinterosDocente de la Escuela Normal Juan Pascual Pringles (San Luis).

San Luis, 12 de marzo del 2022

Portadas - Soy Protagonista - Alejandra Quinteros

“Recuerdo la tristeza en nuestras caras al volver al aula y la conmoción que nos produjo saber que algunos compañeros serían parte de esa tragedia”

Hacia 1982 cursaba el quinto año B1 del Bachillerato Científico de la Escuela Normal “Juan Pascual Pringles” de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL), tenía 17 años. Eran tiempos de dictadura militar, ya que en marzo de 1976 se había producido el golpe cívico –militar más cruento y sangriento de la historia en Argentina.

Hacía poco que habíamos comenzado las clases, eran momentos de mucho entusiasmo juvenil porque éramos la PROMO ‘82. Una mañana cálida de abril el preceptor Mario Pérez nos avisa que debemos ir hacia el hall central de la planta alta de la Escuela, una vez allí reunidos, el Director Prof. Hugo Arnaldo Fourcade nos informa que había comenzado la ocupación por parte de soldados argentinos en Malvinas, lo cual implicaba que podría haber una guerra y que nuestros compañeros varones de 18 años serían convocados a participar en ella.

Recuerdo la tristeza en nuestras caras al volver al aula y la conmoción que nos produjo saber que algunos compañeros serían parte de esa tragedia. Las clases continuaron como si nada.

A partir de ahí estuvimos atentas a los “comunicados” de cadena nacional característicos de la dictadura con los que, supuestamente, “informaban” lo que ocurría en Malvinas. Luego supimos que eran parte de la propaganda oficial en el que además nos decían que íbamos ganando esa guerra, al menos eso creímos.

En cada acto escolar el Coro cantaba “La Marcha a Malvinas”.

Recuerdo el nefasto: “Si quieren venir que vengan“. Lo seguimos por TV. También recuerdo aquella Plaza de Mayo colmada de gente que apoyaba una ocupación argentina en Nuestras Malvinas. Habría tiempo para arrepentirse

Tiempo después, se inició la tristemente famosa recaudación de alimentos, vestimenta, dinero, chocolates y joyas de todo el pueblo argentino para nuestros soldados. ¿Quién se negaría? Recuerdo los tejidos que hacían las mujeres de la familia para los combatientes, de bufandas, guantes pulóveres, etc. que luego poníamos en cajas a modo de encomiendas. Recuerdo también cómo la madre una compañera se despojó de sus joyas más queridas para que no les faltara nada a los jóvenes que estaban en Malvinas. Se veían niños y niñas escribirles cartas para acompañar y alentar a los jóvenes argentinos víctimas de esta guerra.

Luego supimos que nada de todo aquello había llegado a nuestros soldados.

En mi familia no hubo detenidos ni desaparecidos, tampoco supe que los hubiera en el aula. El silenciamiento era una constante en todos los ámbitos. Eso impidió que nos informáramos sobre lo que realmente ocurría fuera de la Escuela, asesinatos, torturas, robos de bebés, y desapariciones.

Rogábamos diariamente que ese día de clases no fuera el último para ellos y para nosotros. Teníamos miedo de que al final del año nos faltara Jorge o Juan o Ignacio.

Finalmente, ninguno de nuestros compañeros de la PROMO 82 fue a la trágica guerra del Sur.

Terminada la terrible guerra, la vida en las aulas de la EScuela siguió como si nada hubiera pasado.

Al decir de Cortázar: 

Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que ya se está queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido”

¡NUNCA MÁS!

Alejandra Quinteros, San Luis marzo de 2022 (alejandra-quinteros@hotmail.com)