Para ese tiempo en que ocurrió la guerra – última instancia de la brutal dictadura genocida de 1976 – 1983, yo pasaba apenas los 30 años.
Había salido de la cárcel junto a mi papá y mi compañero (a disposición del PEN como tantxs), y era una muerta civil. Portadora de apellido e historia que incomodaba por no haberse encorsetado al modelo impuesto por el poder.
Vivía en Bell Ville, un lugar pequeño del sudeste cordobés en el que, aquél o aquélla que no se sometía era (sigue siéndolo) excluídx de la sociedad y vistx como rara avis.
Tenía dos hijos, de 13 y 7 años. Concurrían a la escuela pública primaria y secundaria. Se realizaban colectas, juntaban chocolates, se tejían pulóveres y guantes (frente a la vestimenta adecuada de los ingleses para sus soldados). Había una euforia generalizada. La sociedad enloquecida de triunfalismo alimentado por los medios de comunicación. “Estamos ganando”, decía el dictador Galtieri. Y la sociedad creía en las mentiras. Solo unxs pocxs sabíamos (escuchábamos otras radios del mundo casi clandestinamente) que íbamos perdiendo.
La grieta ya existía: la plaza repleta del 30 de marzo en que la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a paro general repudiando a la dictadura con el lema “Paz, pan y trabajo” y la consigna “se va a acabar, se va a acabar a dictadura militar”, y la plaza del 2 de abril apoyando al dictador.
Era difícil la vida por entonces. Para sobrevivir hice todo tipo de trabajo.
Había sido expulsada, con mis compañeras, del último año del Profesorado de Historia (diez años después con el advenimiento de la democracia me recibiría).
Desde el golpe del 1976, el miedo estaba presente en las calles, las plazas, en las escuelas. La dictadura había destruido el tejido social de solidaridad e impuso la cultura del miedo. Con efecto paralizante en una sociedad en la que, antes del golpe estaba fuertemente movilizada.
Quedé con pocxs amigxs. Muchxs se cruzaban de vereda para no comprometerse saludando, otrxs estaban en el exilio, otrxs en las cárceles y muchxs muertxs o desaparecidxs.
Era peligroso juntarse en un bar, ir a un recital, salir a la calle sin documentos. Los varones no podían andar con barba y el pelo largo ya que se lo relacionaba con un guerrillero o un hippie.
Por las calles los patrulleros, Falcon verdes y sirenas intimidatorias (hasta el día de hoy me aterrorizan). Todo estaba prohibido. Se quemaron bibliotecas enteras, editoriales como Eudeba. Cada unx de nosotrxs también. En la casa en que vivía hay dos cajones enterrados con libros.
El inicio de la resistencia vino desde el rock nacional (se escuchaba en pequeños ámbitos al principio), desde el Teatro Abierto en 1981, (en una sociedad cerrada).
Desde el periodismo (pocos) entre ellos Aliverti. Desde la sátira – revista Humor.
Muchos años después, ya trabajadora de le educación en la Escuela Normal Juan Pascual Pringles de San Luis (conocida como “La Mixta”), abordé el tema de Malvinas desde “la otra Historia”. Con textos enriquecedores y películas tales como “Iluminados por el fuego” (una de las pocas que muestra descarnadamente el drama vivido por casi niños que al llegar derrotados solo esperaban la madre, el perro y una luz tenue de la casa familiar). Fueron silenciados, relegados y olvidados en la mayoría de los casos. Hubo excepciones: “en junio de 1982 el pueblo de Puerto Madryn salió a la calle a recibir a los héroes, desbordó los controles militares y tomó contacto con los soldados recién llegados. Luego serían distribuidos en los cuarteles y escondidos hasta que tuvieran un peso normal”. En 1984 se dio el Madrinazo en el que la flota estadounidense no pudo atracar en el muelle de Madryn para reabastecerse. Los trabajadores portuarios y el pueblo echaron a la flota extranjera que, ante el desborde popular, volvió al mar. Es parte de las acciones de los pueblos que la historia oficial oculta y muchos docentes también. Blog https:/ahicitonomás.com.ar 2017/04/02 Un monumento a los héroes de Malvinas y sus historias
En “La Mixta” se convocaba a ex combatientes a dar charlas. Lxs había de todo tenor ideológico. Hasta quienes desmalvinizaban o se quedaban en lo romántico. Mientras otrxs realizaban análisis desde la historia de tiempo presente.
Lxs chicxs eran muy críticos y participaban de todxs los eventos con entusiasmo y ganas de aprender. Desde la razón y el corazón.
En “La Mixta” existe una “Galería de la Memoria” que da testimonio de la Dictadura. En el primer piso, un cuadro que representa el dolor de la guerra de Malvinas. En reiteradas ocasiones, notas mediante, solicité se colocara en la Galería de la Memoria, como parte de un proceso histórico ya que, Malvinas representa el principio del fin de esa dictadura. Es una consecuencia y no un hecho aislado porque se está falseando la historia.
A 40 años de Malvinas duelen las bases militares instaladas por los ingleses. La entrega de la soberanía y la deshonra a la memoria de los combatientes.
Silvia Lacreu, San Luis febrero de 2022 (la.slacreu@gmail.com).