Para un pibe de la primaria, será muchísimo.
Para un pueblo, no es nada, es media generación.
Para los veteranos, depende. A veces pensarán que fue ayer aquel 2 de abril en que estaban embarcando en un Hércules de la Fuerza Aérea, o desembarcando en Puerto Argentino. Y otras veces sentirán que pasó una vida, entre aquel pibe de 18, 19 o 20 años y este hombre con tantas marcas en el cuero y en el corazón.
Recordarán cada día hasta el 14 de junio, cada noche sin dormir, el miedo, el frío y el hambre, las estaqueadas y los malostratos, de los enemigos y de los superiores. Y después la indiferencia del regreso, o incluso el desprecio de gran parte de la sociedad y del Estado. Por perdedores.
Es cierto, en una guerra se gana y se pierde. Y si alguien va a arriesgar la vida es que es importante ganar. Pero nosotros perdimos. Ellos perdieron. ¿Ellos perdieron?
¿O se perdió por un montón de otras razones, desde económicas, políticas, históricas y geopolíticas?
Rodolfo Walsh nos enseñó: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas”.
Pero si uno contextualiza Malvinas, se da cuenta de que sí tenemos mártires: 650 caídos en las islas, 119 de ellos con sus cuerpos identificados, 323 muertos en el hundimiento del Crucero General Belgrano, y más de 500 suicidados al volver. Esos son nuestros mártires.
También tenemos héroes, y son los veteranos, todos y todas conocemos alguno, o alguna, porque también hubo mujeres.
Y no fueron ellos los que perdieron la guerra.
También aprendemos de Rodolfo Walsh que Malvinas tiene que ver con todo. Tiene que ver con la guerra de independencia que encabezaron San Martín y Belgrano, pero también para atrás y para adelante.
Se enraíza en la lucha del pueblo argentino antes de existir el Estado argentino. Porque mucho antes de la independencia de 1816, incluso antes de Mayo de 1810, en las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, ya el pueblo argentino enfrentó el invasor inglés.
Y luego, en la Vuelta de Obligado, 1845, lo volvió a hacer.
Por eso, conmemorar los 40 años de Malvinas sólo como un aniversario de número redondo es hacerle el caldo gordo a las clases dominantes. Lo que nos está diciendo Walsh es que hoy tenemos que contextualizar Malvinas, dentro de la historia argentina. Si no, no entendemos nada.
Este día, el 2 de abril, tiene que ver con la guerra popular de 1806 y 1807 contra un Imperio Británico que estaba en expansión porque necesitaba mercados para su Revolución Industrial y su capitalismo.
Este 2 de abril tiene que ver con 1824, cuando uno que iba a ser presidente, un traidor como Rivadavia, entrega la Patria al poder financiero inglés con el empréstito Baring Brother y el inicio de la deuda externa.
El 2 de abril tiene que ver, obviamente, con la ocupación y la usurpación de las islas en 1833.
Pero también tiene que ver con el bloqueo del puerto de Buenos Aires por ingleses y franceses, para abrir a cañonazos la libre navegación de nuestros ríos interiores en aras del liberalismo.
Y claro, con la gran gesta del 20 de noviembre de 1845 de La Vuelta de Obligado.
Después de la Batalla de Pavón, todo sería muy distinto, Mitre, como continuador de Rivadavia y representante de esa clase dominante, vuelve a entregar la Patria (y los ferrocarriles, y los campos, y los frigoríficos, y todo) a los ingleses.
Y a partir de allí, los militares argentinos traicionan a San Martín y a Belgrano y masacran al pueblo argentino por orden del amo inglés.
Campaña del Desierto: 50 mil mapuches exterminados y gran parte de las tierras robadas en la Patagonia entregadas a latifundios de capitales ingleses.
Semana Roja, en 1909 y Semana Trágica en 1919: cientos de obreros masacrados por orden de los empresarios y capitales ingleses.
Patagonia Rebelde. En 1921 el Ejército Argentino fusila a 1.200 peones rurales para dejar tranquilos a los estancieros ingleses.
Forestal. 1922, en el norte de Santa Fe y el sur del Chaco, las fuerzas mercenarias al servicio de la empresa inglesa La Forestal, masacran a 500 trabajadores del quebracho y el tanino.
Después del golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen, la Década Infame, reinstaurando el liberalismo a sangre y fuego, y fuera de la ley. Dentro de esa vergüenza, el Pacto Roca-Runciman, cuando en 1933 el vicepresidente argentino (Julio Argentino Roca hijo) va a Westminster y dice ante la reina que “La Argentina es la perla más preciada del Imperio Británico”. Sin palabras.
En 1935 se crea el Banco Central de la República Argentina (BCRA) a instancias de Otto Niemeyer, presidente del Banco de Inglaterra. Hay una frase emblemática de Niemeyer: “Dejemos que los argentinos elijan presidentes, total, nosotros nos quedaremos con el comercio en el Río de La Plata”.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el hegemón occidental pasó de Inglaterra a Estados Unidos.
Y nuestras clases dominantes cambiaron de amo. Ahí está el slogan: “Braden o Perón”.
En el medio, la Guerra de Malvinas de 1982, que ya mencionamos.
Pero para contextualizar esa guerra, no sólo hay que remontarse atrás hasta principios del siglo 19, también hay que venirse al siglo 21, porque si no, no entendemos nada, como nos diría Walsh.
Hoy nuestras Malvinas son una base militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Sí, sí, ya sé lo que estás pensando, que cómo puede ser si las Malvinas están en el Atlántico Sur. Pero así de incoherente e imperialismo es la OTAN.
Y otra vez, si vemos el tema compartimentado, no entendemos nada. Para entender el problema geopolítico de Malvinas hay que tener en cuenta el “collar de perlas” de bases inglesas en el Atlántico Sur. Ese collar de perlas empieza con la isla de Ascensión, que está entre Recife y Gabón en África. Sigue más al sur con la isla de Santa Helena, donde estuvo preso Napoleón y que está entre Bahía y Angola más o menos. Luego, la isla de Tristán da Cunha, que está entre Buenos Aires y Ciudad del Cabo. Y luego sigue hacia el sur hasta nuestras Sandwich del Sur, Georgias del Sur y Malvinas.
Todo esto es una enorme presencia de la OTAN que nos amenaza permanentemente, además de robarnos los recursos naturales y agrandar la herida. Pero también son el paso al Océano Pacífico, el paso al Océano Índico y a la Antártida.
Por eso, recordar la gesta de Malvinas separada y compartimentada no tiene ningún sentido. Cobra sentido si la contextualizamos en los hitos antiimperialistas de nuestra historia: 1806, 1807, 1810, 1816, 1845.
Cobra sentido si entendemos que el imperialismo, hoy financiero y de la OTAN, sigue siendo nuestro enemigo, y las clases dominantes argentinas sus cipayos.
En definitiva, el 2 de abril cobra sentido si entendemos que SÍ tenemos héroes y son nuestros veteranos y veteranas de Malvinas, que SÍ tenemos mártires y son nuestros caídos hace 40 años, y que su lucha es la lucha por la nación y por el pueblo o sea una lucha nacional y popular, y sobre todo, antiimperialista.
Mariano Saravia, Córdoba, 3 de abril del 2022 (marianosaravia7@gmail.com).